Tres putas.
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Tres putas muestran la doblez de sus rodillas
esperando a una mujer, la fresa del vientre
que asoma con su escote, sus balas,
y apunta con su mira telescópica
a sus cabezas.
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No seré tan femenino, digo,
si veo tres putas mudas
y hasta el alma suya rimo
por verlas desnudas desde el cielo.
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Ah, y desenvaino y comienzo de nuevo
esta limpieza del poema, del sueño.
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Entonces mis versos zozobran por sus bocas,
la espada mía haciendo esgrima
y ah, su humedad
a tres tiempos.
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Y voy dando botes por sus alientos
mientras lloran de felicidad
el vintage que les doy, el pezón de padre,
el oro, el cobre
que entra y sale en puñaladas por su cuerpo.
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Y ah, sí, así y así y así,
y ah, sí, así y así y así,
y ah, sí, así y así y así
van proclamando el momento
en que con mi leche -su alimento-
el viento inunda su sed toda.
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Después la horchata salta y les atraganta
y ellas me dicen te quiero, amor,
otra vez regálanos, amor,
no te enfades de nuevo, por favor, amor,
y yo guardando el sable dejo
sus caras de rap en pena
y me largo en expansión
como un cazador en el desierto.
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Ellas se quedan a mi espalda porfiando
su sadomasoquismo a la par que río.
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Cuando mi palabra hermosa
es solo este momento que se repite sin cesar
les violo y vuelvo a mis cosas
y ellas quedan agradecidas de mi tiempo.
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